ROMANCE A UN PUEBLO HURDANO
Donde la sierra Altamira
descansa sobre la falda
orgullosa, sensiblera,
por ser de verdura tanta;
donde el castañar clarea
y el olivar se abalanza
ocupando los rincones
de pendientes y hondonadas;
donde abunda la frescura
y el cante del agua clara
acuna con su sonido
las convulsiones del alma;
Casar, con su morería,
vive la vida y no para.
Como barquillo velero
en la loma se remansa,
con sus casitas tendidas
bajo el sol de la mañana.
Casar, serrano y bravío,
crisol de sangre preciada,
donde las razas conviven
judía, morisca y cristiana.
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