miércoles, 16 de abril de 2008

Lectura primera.

EL CADÍ Y LA BELLA HURDANA

Eran habitadas las Jurdes por los árabes, se habían hecho productivas con la plantación de frutales y de olivos, castaños y viñedos. Las casas de la palomera, donde residía el Cadí, por su posición y riqueza era el más hermoso vergel de toda la comarca, así como sus casas eran la mansión de los placeres.

La árida villa de Granadilla pertenecía al condado de Castilla, existiendo como plaza fuerte en ella un gobernador que tenía una hija muy hermosa.

En aquel entonces, estaba asentada la paz entre musulmanes y cristianos y se comunicaban con frecuencia las dos razas, como es sabido, y el Cadí del Casar se enamoró ciegamente de la joven de Granadilla.

Su padre, creyendo imposible que aceptase el Cadí las condiciones que le impusiera, no tuvo inconveniente en concederle a su hija, bajo ciertas condiciones difíciles de cumplir, como fue la de abastecer aquella fortaleza, con la fuente de la Helechosa y el chorro de la Meancera, que nacen al Poniente de las Jurdes en la dehesa de lo Franqueado.

El muchacho musulmán aceptó las condiciones y se puso a cumplirlas por medio de un acueducto maravilloso, que en poco tiempo venció las graves dificultades que su trayecto de más de tres leguas ásperas y montañosas le ofrecía.

Con esto la joven, que estaba opuesta al compromiso adquirido por su padre, se vio acometida de una tristeza mortal, que aumentaba de día en día con las noticias de la continuación del acueducto; y a tal extremo de desesperación llegó, que una grave enfermedad en pocos días la arrastró al sepulcro, haciendo su muerte inútiles los trabajos y los caballerescos amores del Cadí, y quedándose sin el agua de la Meancera la villa de Granadilla.

Los restos del acueducto no están borrados aún, a pesar del mucho tiempo transcurrido, y sin que mano alguna protectora haya contribuido a su conservación. En un trayecto de más de tres leguas, con algunas interrupciones, no dejan de observarse cimientos y puentecillos, unos caídos y otros a medio caer, que no dejan duda de la mano de este hombre enamorado. Pero...¿era musulmán o romano? he aquí la cuestión. Nadie del país tiene conocimientos bastantes para resolverla...

Adaptación de un fragmento del artículo:

“Un mundo desconocido en la provincia de Extremadura”. Las Hurdes

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